"Azul", Rubén Darío
- Rafael Alfonso
- 21 may 2015
- 2 Min. de lectura

La primera sorpresa que me deparó la lectura de Azul es hallarme un libro mitad prosa y mitad versos. La idea de un Darío cuentista me era completamente ajena. En mi imaginario el autor de “la princesa está triste” y “los motivos del lobo”, era sólo autor de versos y rimas. La segunda sorpresa es que ambos poemas están ausentes en Azul.
El libro, como nos explica Raúl Silva Castro en Génesis del Azul, es una recopilación de textos publicados en diversos diarios y revistas a lo largo de la carrera de Darío. La división capitular, sospechamos que no corresponde estrictamente al orden cronológico sino a ciertas unidades temáticas- discursivas. La sección del libro llamada propiamente Azul es una compilación de relatos, protagonizados por duendes, hadas y artistas, y que no experimentan por completo una progresión narrativa, pero que sin embargo el poeta llama sencillamente “cuentos” cuando en realidad son algunas muestras de prosas poéticas o poemas en prosa al estilo del Spleen de París de Baudelaire. El capítulo llamado En Chile, toma como leitmotiv la pintura y reproduce lo que propiamente podríamos llamar “estampas”. Cada uno de dichos cuadros gira sobre una técnica pictórica y otros temas afines a la pintura, en particular a la luz. Al poeta nicaragüense le obsesionan la belleza y sus paradojas. Los personajes de Azul deambulan por escenarios llenos de luz en donde la fantasía campea. El autor nos posiciona en escenarios construidos con elementos fantásticos arquetípicos, escenarios que en sí son que toman forma de vasos comunicantes entre el imaginario europeo y el americano.
Los versos inician hasta el apartado "El año lírico" y continúan con los célebres "Sonetos" y "Medallones". Los versos contienen las ya celebradas recuperaciones formales y métricas que dejaron de ser corrientes en la poesía en lengua castellana desde el siglo de oro, es el caso de los famosos alejandrinos y los romances. Cada uno de los poemas de El año lírico corresponde a una de las estaciones del año. En "Sonetos" irrumpen los alejandrinos que tanta admiración causaron en los poetas hispanos y en "Medallones" cada uno de los sonetos está dedicado a la figura de un poeta que goza de la admiración del nicaragüense, Whitman entre ellos. Este recuento de poetas cierra con el mexicano Salvador Díaz Mirón del que Darío dice atinadamente:
Tu cuartero es cuadriga de águilas bravas
que aman las tempestades los océanos;
las pesadas tizonas, las férreas clavas,
son las armas forjadas para tus manos.[1]
Ya que era de todos conocido el temperamento beligerante del poeta veracruzano.
[1] Darío, Rubén. Azul. México: EMU, 1992, p. 165.




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