"Santa", Federico Gamboa
- Rafael Alfonso
- 15 mar 2015
- 1 Min. de lectura

Santa es mucho más de lo que consigna las memorias cinematográficas. La historia de la pueblerina metida a prostituta de lujo en un burdel capitalino encierra numerosas sorpresas al lector contemporáneo. No por nada la obra de Gamboa escandalizó a las conciencias porfirianas. Acorde a los preceptos del naturalismo, el autor no escatima en crudas descripciones de la degradación moral y espiritual, no de una mujer, sino de una sociedad en la que privan la doble moral y la conscupiscencia.
Santa sufre las vejaciones habituales en el mundo de la prostitución, pero también disfruta de la veneración de varios amantes y goza, a manera de consuelo en medio de la desgracia, del lujo y también de su sexualidad. Gamboa parece conocer a profundidad las emociones humanas y las describe con precisión quirúrgica. Para leer Santa hay que posicionarse en la estética de la literatura mexicana de principios de siglo, muy en deuda con el romanticismo por lo que no faltan en la obra los excesos sentimentales que le son propios.
Hipólito, el pianista ciego del burdel que es hogar de Santa, es el personaje entrañable que le profesa a la protagonista un amor "puro", amor que se crece al castigo, más grande en tanto más se degrada el objeto de su amor. Aún así Hipólito no carece de los instintos propios del hombre, o habría que decir del macho que también debe luchar contra su inflamado deseo de satisfacción carnal.
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